No sé cuánto estuve sentada en el
baño. Los minutos y las horas dejan de importar a veces, no tienen relevancia.
Sé que ella llegó y escuché ruidos en la habitación. Me lavé la cara pese a no
haber llorado. Pensaba en cambiar la cara y no se me ocurría ningún buen método.
Me acordé de alguna vez que vi cómo una madre le mojaba la cara a su hijo para
que se tranquilice. No sabía si funcionaría.
Salí del baño y la vi haciendo el
bolso. Me tiré en la cama y la miraba. Estaba boca arriba, con la cabeza apoyada sobre mis manos encontradas en la nuca. Una postura que podía parecer relajada, aunque yo estuviera atravesada por la intranquilidad. Ni ella ni yo decíamos nada. No estaba
la tele prendida ni había música. Sólo se escuchaban, lejanas, las voces de
otras personas hablando. Dobló algunas prendas que guardaba prolijamente en su
bolso. Ella no solía ser prolija ni ordenada.
El silencio fue interrumpido por un Me
voy a Capital a ver a unos amigos. Pensaba en preguntarle qué significaba
eso. Me cuestionaba por qué no me decía quiénes eran esos amigos, a dónde iba a
parar. Pero no le decía nada. No es que no quería, simplemente las palabras no
podían ser articuladas. Había sido introducida en su silencio, pasivamente.
Siguió armando el bolso. Me dijo que se iba a la terminal a sacar el pasaje. Le
dije Bueno. Pero nada de eso se sentía como algo bueno. La ví salir. Me
sentía muy cansada. Me recosté y me dormí enseguida.
Cuando abrí los ojos ella estaba al
lado, con su cara pacífica de cuando duerme. Quería acariciarle el pelo, pero a
la vez no quería. La miré un rato y me fui a ver una feria de artesanos. No
compré nada. Charlé con un loco que hacía instrumentos. Le pregunté cómo los
hacía. Me convidó un vino que tenía acovachado en su puesto. Charlé durante
mucho tiempo. No recuerdo mucho de qué. Terminó su turno y fuimos a fumar a la
playa. Me quiso dar un beso y le dije que no. Hablamos un rato más y decidí
irme: el mar seguía hermoso, pero ella no estaba conmigo para compartirlo.
Volví al hotel y seguí durmiendo. Cuando me desperté ni ella ni sus cosas
estaban, sólo el silencio de las nueve de la mañana, cuando los madrugadores ya
se fueron a la playa y los nocturnos recuperan sus horas de sueño.
va aumentando la tensión de la tristeza...
ResponderEliminarSe fue así? sin más? sin decirte nada?
ResponderEliminarLa verdad que poco para decirte .. Me transmitiste tristeza, pero también ... Una sonrisa al leer lo del artesano. Siempre están esas personas que aparecen en el momento indicado para darte un poquitito de algo, o hacerte olvidar un poco de todo.
Te mando un beso
Hola,
ResponderEliminarTe invito a pasar por mi blog
http://rabiosoatril.blogspot.com/
Saludos,
Mmmmm... Deja Vu
ResponderEliminarLas palabras dichas por la mitad no sirven de mucho. Aunque a veces ayudan a ocultar otra cosa.
ResponderEliminarSaludos
J.
tensiónn... ansiedad...
ResponderEliminarenigamas....
éxitosssssss!!!!!!!
:(
ResponderEliminarTomá, me hiciste acordar un tema
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=N31oY4nec6Y
De nuevo por aqui y como siempre, disfrutando de tus letras. Un abrazo!
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