Me hacen feliz

sábado, 21 de septiembre de 2013

Corazones en los márgenes.

Salir, romperse y terminar garchando duro con una persona desconocida puede estar bueno pero despertarte y que al lado duerma quien es responsable de tus risas, es mejor. El ser humano, después de mucho pensarlo, creo que es potencia. Puede ser lo que quiera. Puede destruirse o ser feliz. Se puede llenar de odio y de ego o puede sonreír todos los días. Depende de tantas cosas como estrellas. Pero puede.

Un día, sin querer, te das cuenta que dejaste de dormir sola. Quizás la persona en la que no podés dejar de pensar no está en tu cama. Quizás está en la facultad cursando y ni siquiera vive con vos. Pero duerme con vos: si cada día que te despertás mirás al lado tuyo de la cama pensando en esa persona que te mueve el piso, entonces no estás despertándote sola.

Y todas las dudas y miedos, ¿qué valen al lado de no dormir sola? Puede costarte confiar, hasta que la ves riendo con vos, hasta que pensás que no existe espacio de esa persona que no quieras tenerlo abrazado.

A veces las cosas que más significado tienen las hacemos sin querer. Hace un rato estaba leyendo y con la fibra que hacía anotaciones me dibujé un corazoncito en el pecho. Siempre que dibujo automáticamente son corazones. Mis apuntes de la facu tienen todos corazoncitos en los márgenes. Podría dibujar flores, o formas abstractas, o siempre dibujar algo distinto, pero sola, sin querer, dibujo corazones. Cuando la mente deja de ponerse trabas a sí misma y el ser se libera, aparece lo que más queremos, más allá del miedo, más allá de la rosca. Y yo lo que quiero son esos corazoncitos, siempre. Quiero que el espacio de mi cama se resignifique, que no sea una extensión de la sábana y el colchón sino ese lugar donde pienso, espero y quiero tener a ese alguien especial.