Preguntar
cuál es tu peli preferida no es una banalidad. No es una pregunta más. No son
palabras de relleno. Saber cuál es la peli preferida de quienes te rodean te
hace saber mucho más de los otros de lo que puede parecer.
Diálogos
o acción, nacional o extranjera, cine independiente o masivo, música genérica o
muy pensada. Cada detalle hace a la elección. Mi amigo Pedro prefiere a las de
acción. Porque él es un tipo de acción. Se aburre tremendamente con las pelis
que yo veo. Me dice que en esas pelis no
pasa NADA y para mí pasa TODO.
A
mi ex le gustaban las pelis de Woody Allen. Podía mirar cinco veces seguidas la
misma peli. A mí no me pasa eso, me quedo pensando en la peli que vi, sí, pero
no necesito seguirla mirando. Lo que importa, para mí, es cómo sigue resonando
en mi cabeza un rato después. Para ella lo importante era poder captar cada mínimo
detalle y darle una significación nueva.
Lucía,
una compañera de la facultad, es amante del cine clásico. Yo no entiendo nada,
pero me encantan sus análisis, cómo ella rastrea los detalles en pelis nuevas
que hacen referencia a pelis viejas, como una arqueóloga del cine. Yo no le puedo aportar nada, pero me gusta
tener otra visión, me gusta saber tanto de ella en su forma de
aproximación a algo tan masivo como el cine.
Un
personaje que Milan Kundera decía, en La
insoportable levedad del ser, que habían pelis para ver de día y otras para
ser vistas de noche. Yo nunca había pensado cómo clasificaba a las películas.
Después supe que podía agruparlas en las que encuentro en la tele y no puedo no
verlas y las que necesitan que las vea desde el principio, tranquila, sin
interrupciones, con algún ritual dando vueltas como tomar mates.
Qué
pelis mira una persona es uno de esos rasgos que pueden ser conocidos. Desentrañados.
Se puede racionalizar. Yo necesito esas cosas que puedo decir el por qué.
Porque después hay un montón de otras cosas que no puedo dar el por qué. Por qué
sigo enamorada de mi ex, que me sacó de su vida. Por qué no puedo mirar pelis
de Woody, aunque pueda irme acostumbrando a esta realidad donde ella no está más
presente. No puedo responder esas preguntas, por eso busco responder otras.
El
mundo está lleno de preguntas sin respuestas y de múltiples respuestas a una
misma pregunta. Nunca tuve una respuesta para toda la vida. Tampoco la quiero. Quiero,
simplemente, seguir buscando responder lo que puede ser respondido y olvidarme
de lo que no me sirve de nada preguntar.
Como
por qué mi ex me sacó de su vida.