Me hacen feliz

jueves, 2 de mayo de 2013

Imperfecta.


Cuando era chica todos los adultos retaban a sus hijos por escribirse el cuerpo. En el jardín teníamos nuestra trinchera: ahí nos escribíamos y los padres no podían decir nada porque podía haber sido sin querer cuando hacíamos una de las tareas que nos daba la seño.

Nunca pude sacarme esa necesidad de escribirme y dibujarme. A veces un dinosaurio, un corazoncito perdido en alguna parte de la pierna. Palabras que me encantan cómo suenan o qué significa: cosmogonía, nebulosa, efímera. Viejas palabras de las que descubro nuevos significados o palabras que ya existen pero que son nuevas para mí porque no las conocía.

Y una palabra, que siempre vuelve. Imperfecta. Algunos se sorprenden. Creen que es un reproche a mí misma, un resabio autodestructivo de mi adolescencia. Creen que el llamarme a mí misma imperfecta es algo negativo. Y no.

Lo imperfecto, etimológicamente, es lo inacabado. Lo no terminado. Lo que le falta un poquito. Yo me resisto a pensarme como perfecta porque no quiero estar terminada. Quiero siempre tener un espacio nuevo, diferente, o uno viejo que sigue creciendo. Conocer algo que me apasione. No me interesa esa ficción de la terminación: los sujetos se construyen todo el tiempo. Reivindico mi necesidad de no ser perfecta. Porque sino no puedo vivir. Porque sino no me interesa vivir.

Hay un disco que atraviesa toda mi vida, que siempre vuelvo y siempre tiene nuevos significados. Un disco que conocí a los cuatro años y no entendí nada, pero me hacía dejar de jugar a lo que estaba jugando y sólo escuchar, sentada en colihué al lado del parlante, sosteniendome la cabeza. El disco es La hija de la lágrima y en ese disco hay un tema dice no estás completamente inventada, te falta algo, te falta amor.

Nunca voy a estar completamente inventada porque siempre me va a faltar amor. Porque el amor es un vicio, que siempre requiere un poco más. El amor no se conforma y por eso resiste a todo lo que te pueden vender para que te adaptes.

Cuando los que me conocen ven un brazo mío con la palabra 'imperfecta' de lado a lado, se alegran: saben que estuve pensando en lo que me construye, lo que me da fuerza y lo que me hace resistir. Y me abrazan, porque saben que el amor es imperfecto, nunca terminado, siempre un proceso.