Me hacen feliz

martes, 29 de marzo de 2011

Borrón y cuento nuevo.


Con la teacher hablábamos de su constante de elegir minas que al beso se enganchaban y al polvo se casaban y al mes recriminaban no ser lo que su fantasía dictaba cuando la fantasía tuvo varios ataques a través de la palabra y terminaban cortando porque no era un noviazgo sino una simbiosis asfixiante. Y yo le hablaba de mi imposibilidad de algo más, de mis historias incompletas, de que me sentía adolescente, que quizás no le metía mucha pila a ninguna relación o creía que lo hacía y en realidad no lo hacía y ella que me decía que le sobraba pila y que igual siempre eran historias incompletas de no más de seis meses contaminadas al mes y medio. Yo con mi amor por el riesgo y lo imposible y la sorpresa y ella siempre buscando una persona con que pasar la vida tranquila pero amándose apasionadamente. Las dos con una lista de contactos femeninos en el celular interminable, pero con diferentes formas de leer esos nombres.

Un día en un reci la encontré a la mina de los tatuajes que aparecía y desaparecía demasiado rápido (o yo aparecía y desaparecía demasiado rápido), y nos tomamos una cerveza y hablamos muy poco pero mirábamos mucho y escuchábamos todavía más. Qué escuchábamos no lo sé bien, la banda, lo poco que decíamos y seguía resonando en la cabeza con las diferentes melodías, las nuevas acústicas de los diferentes rincones de la cabeza. Mirábamos los gestos y las reacciones, las miradas y el lenguaje corporal. Hasta que nos escuchamos de mirar y escuchar y decidimos irnos e invitar a nuevos sentidos a que se incorporen en esas búsquedas que no sabía si era que ella me buscaba a mí o se buscaba a sí misma en mí.

Y una vez más en su departamento y ¿té café o mate? y la elección de la infusión no tiene que ver con el gusto personal sino con vos, nunca con vos tomaría un té con vainilla, pero con vos siempre tomaría café y lo revolvería para que haga el ruido del choque del metal con la losa, como vos hacés ruido para el choque tuyo y mío sin saber quién es metal y quién losa. Y sigo pensando y no digo y vos seguís pensando y no decís y creo que pensás cosas que nunca me dirías. Pero no, no puedo descifrar unos ojos que conozco tan poco ni quiero caer en la pregunta sobre qué pensás.

Entonces no sé si por la droga o por el miedo al silencio empezás un monólogo que no es interior como el mío. Quiero probar estar con vos. No soy una pendeja, no puedo seguir huyendo de las personas que me interesan. ¿Querés probar? Te tengo que estar asustando…no me conocés y te digo esto. No creo en las casualidades pero siempre te encontré en momentos especiales en mi vida. Así, caos, ¿viste? Y vos como que me das una re paz y quiero probar…No sé cómo decirte, no quiero que sientas que para mí probar es ponerme mañana de novia pero me gustaría pedirte el teléfono y mandarte un mensaje, no sé, no que quede en esta noche y no volverte a ver más porque se dio sino que hagamos que se de, ¿entendés? Y esto como que va un poco en contra mío y blah pero no sé, necesito algo diferente, porque tanto caos me cansa.

Decía eso y largaba el humo del cigarrillo muy despacio, aunque hablaba muy rápido. El vapor del café caliente ascendía también, pero un poco menos imperceptible y sutil. La teacher siempre me decía que podía tener la relación que yo quiera pero que muchas veces era difícil porque hay que recordarse todo el tiempo no seguir con las mañas de otras relaciones. Hablar tanto con ella me cambiaba el pensamiento. Era como un pizarrón mal borrado con restos de tiza que hacen al color original mucho más claro y quedan como capas anteriores de letras borroneadas. Quizás por eso acepté el desafío de probar.

sábado, 12 de marzo de 2011

Yo soy tu amigo fiel.


Los recreos, sean de la escuela o del alma, siempre duran poco en relación al motivo por el que se toma. El recreo es transitorio, necesario pero efímero. Como las vacaciones. Un oasis en el desierto, pero el desierto sigue siendo desierto y como no se puede depender del oasis, mejor adaptarse al desierto, hacer que las hojas sean espinas como los cactus o no, preferir algo menos agresivo y decidir migrar a lugares menos áridos y seguir siendo más o menos el mismo animalito aunque ya no en el desierto.

La evasión de la realidad sólo podía durar un tiempo. Unas semanas, unos meses como mucho. Pero después, lo quiera o no, estaba ahí, En cada esquina me decía  boluda, no te podés escapar de mí. Y si te lo dicen así, tan sincero y directo, mejor enfrentarlo.

Pero la realidad no es solo Rachel o el amor de turno, posible o imposible. La realidad es charlar con el verdulero mientras me dice que mejor están los tomates perita, que le llegaron ayer del norte y que están bárbaros, la realidad es cederle el asiento a una señora en el bondi aunque esté cansada de todo el día y el egoísmo quiera tirar más. Realidad es olvidarme que mañana es una fecha importante o que me digan un piropo en la calle y poner cara de ofendida o mirar para otro lado pero secretamente saber que ese día me miré en el espejo y me sentí gorda y me puse la remera más grande que encontré y ese piropo fugaz me hizo olvidar un poco de todo eso que a cada paso hacía sentir que mi peso se duplicaba. La realidad es muchas cosas. También es la amistad.

Y siempre tuve a mi amiga. La teacher. La que me enseñó mucho más que la teoría. Ahí estaba ella para hablar de boludeces y reírnos de cosas que por compartir tanto tiempo sólo nosotras entendíamos. También estaba para que le cuente lo que me pasaba mil veces y nunca darme la razón cuando le decía “¿Entendés? Me siento una mina de mierda”. Estaba para ir a levantar, para las birritas, pero también estábamos para cosas serias como ir a buscar el resultado de un análisis de HIV.

Los amigos están ahí para hacerte el aguante cuando te sentís un trapito por la gila que no te da bola. O te la da para lastimarte. Los amigos son todo eso que ya escuché y vi y por lo que la gente a veces llora en el cine. Pero no importa si las palabras ya están dichas y el sentimiento lo tienen todos los humanos: para mí esa sensación de amistad es única, es nueva, es mía; las estrellas siempre estuvieron en el cielo y siempre se habló de eso y todas las culturas se sintieron atraídas por ellas, sin embargo, hasta que no las vi con los ojos necesarios, no fueron mías, convirtiéndose en algo más que puntitos o pequitas del cielo. Amistad para mí es esa cosa de pensar en un amigo y que la reacción que aparece sola sea la sonrisa y que un amigo no sea un amigo sino mi amigo, es extrañarlo ni bien hago dos pasos de que lo saludé porque los caminos se bifurcan (aunque sólo sea para ir a casa). Es aceptar si el camino se tiene que bifurcar del todo en algún momento o decidir poner puentecitos para que no se corte. Pero sobretodo, es sentirme viva cuando todo lo que miro parece muerto por la rutina o por ese sentimiento de mierda que me dejó separarme de esa persona. Sentirme viva, y disfrutarlo, no sola sino con mi amiga ahí, sea en una charla profunda, o en una sesión larga de birra y risas.